sábado, 3 de septiembre de 2011

Ataxia


Empezó la noche y el sol nos acompaño mientras la luna nos daba un poco de luz, al siguiente día la luna nunca se fue, ella nos acompaño hasta más allá del mediodía, tanta era su ansia por modificar nuestra personalidad, que, no partió al vacio del otro lado; así ella se hace de los actos y caminos con los cuales, gozaba sin límite al manipularlos a voluntad.
-Se desvanecen tus ojos frente a este sol que nos ilumina tanto- dije con el sosiego que me deja la luna; -tus ojos como de costumbre están cerrados- dijo ella al verme con el sol cegante en toda mi cara; oscuridad y claridad, es lo único que prima de manera proporcional en nosotros dos, siempre con un lado de luz y otro con oscuridad.
Continua el día y las ganas por volar y aprovechar el tiempo, dan salto a el detonante de su pasión y de su razón para estar juntos; el cáñamo se inunda en sus manos, con una fosforera de color verde, una pipa de vidrio hecha por ellos, y un poco de canela, dejan por completo el material y empiezan a ver el mundo, su mundo, su verdadera realidad.
-no hacen falta las palabras- ella pensó, viéndome en frente; pasé mi mano entre sus mejillas y, entendió que la había comprendido. Sobran las palabras siempre que la comprensión deja de lado lo racional y parte a lo extra material.
Empezaron a bailar en donde estaban, no se movían, solo sus miradas bastaban para estar en otro lado.
Antes de empezar a quemarse, atinan poner música; de inmediato guardan sus miradas y solo se encuentran sus sentimientos.
Como ellos la luna y el sol hicieron el amor en ese medio día.