Empezó la noche y
el sol nos acompaño mientras la luna nos daba un poco de luz, al siguiente día
la luna nunca se fue, ella nos acompaño hasta más allá del mediodía, tanta era
su ansia por modificar nuestra personalidad, que, no partió al vacio del otro
lado; así ella se hace de los actos y caminos con los cuales, gozaba sin límite
al manipularlos a voluntad.
-Se desvanecen tus
ojos frente a este sol que nos ilumina tanto- dije con el sosiego que me deja
la luna; -tus ojos como de costumbre están cerrados- dijo ella al verme con el
sol cegante en toda mi cara; oscuridad y claridad, es lo único que prima de
manera proporcional en nosotros dos, siempre con un lado de luz y otro con
oscuridad.
Continua el día y
las ganas por volar y aprovechar el tiempo, dan salto a el detonante de su
pasión y de su razón para estar juntos; el cáñamo se inunda en sus manos, con
una fosforera de color verde, una pipa de vidrio hecha por ellos, y un poco de
canela, dejan por completo el material y empiezan a ver el mundo, su mundo, su
verdadera realidad.
-no hacen falta
las palabras- ella pensó, viéndome en frente; pasé mi mano entre sus mejillas
y, entendió que la había comprendido. Sobran
las palabras siempre que la comprensión deja de lado lo racional y parte a lo extra
material.
Empezaron a bailar
en donde estaban, no se movían, solo sus miradas bastaban para estar en otro
lado.
Antes de empezar a
quemarse, atinan poner música; de inmediato guardan sus miradas y solo se
encuentran sus sentimientos.
Como ellos la luna
y el sol hicieron el amor en ese medio día.