viernes, 3 de agosto de 2012

Bruma IX


Que será de aquel búho azul, esos ojos tan sabios que irradiaba, me dan curiosidad.
De nuevo en esta oscuridad, me siento un tanto más seguro, he llegado a controlarme un poco más. No sé si saldré de aquí pero si no lo hago por lo menos quiero estar a gusto con este ambiente tan fuera de lo que consideraba común.

Aprendí a callar, me ha costado el infinito y al encontrar ya la paz, tres ríos aparecieron. Uno es rojo, otro azul y el otro es dorado. Uno rojo, otro azul y el otro dorado. Cuatro animales se han sentado cerca de mí. Un fénix, un caimán, un chacal y un halcón.

El cielo se ha tornado lila, las nubes aun inexistentes se encuentran por no saludar. Del suelo  he podido distinguir unos ojos enormes en los extremos. Uno ojo está en el extremo derecho, el otro en el extremo izquierdo. Dos enormes faros amarillos me quedan viendo, de la misma forma en que la serpiente hace años atrás hizo. La tierra sonríe y los animales se van. El chacal es el único que se ha movido solo para sentarse al frente mío.

Me mira a la cara sin ningún temor ni desconfianza. Viene acercándose a mí con cierta reverencia y timidez, es algo que no esperaba. A un paso de mi se sienta, mueve la cabeza para abajo  y me mira de reojo como si quisiera que le acaricie la cabeza. Al acercar mi mano se ha ido corriendo. Lo alcanzaré y preguntare varias cosas.

Mi búsqueda del chacal ha quedado en el sendero de huellas de un desierto, a ciencia cierta entender como llegué a este lugar escapa de mi noción. Una garza se pone a rodearme en el aire y se aleja al norte justo por donde las huellas siguen. Comienzo a correr una vez más hasta llegar alcanzar a la garza.
No he podido alcanzarla, pero me ha traído hasta un barranco, el cual acabe de ver hace un segundo en esta caída que me ha tomado por sorpresa. Sigo con el impulso con el que salté y no dejaré que nada me detenga. Alcé mis brazos al cielo y mis alas salieron de mí. El camino me parece que fuera una red de venas en una sabana. Parece ser que el chacal ha venido por estos rumbos, veo tres pequeñas nubes de tierra en el horizonte y a la garza irse de mi panorama en dirección al norte.

Aquí en la altura, al planear siento caer mi cuerpo, en niveles que mis alas y el viento propongan. Ya la garza se ha ido, cuando la iba alcanzar se ha vuelto un destello y ahora es una estrella, el suelo ahora se compone de grietas, parecen dibujadas con intención de raíces o ramificaciones. No hay alguna montaña que pueda divisar. Planearé un rato cerca de las grietas, ojala el chacal ya esté cerca y pueda ver una estela de arena que me guíe a su encuentro.