Abrió los ojos, por primera vez, dentro de su último
aprendizaje de humano.
Aun no tiene el recordar, pero en este instante tiene todo su potencial. Ojos grises, aun su color no cambia, pero alrededor de su pupila, se cuentan seis radios negros en el ojo derecho y en su ojo izquierdo siete radios.
Aun no tiene el recordar, pero en este instante tiene todo su potencial. Ojos grises, aun su color no cambia, pero alrededor de su pupila, se cuentan seis radios negros en el ojo derecho y en su ojo izquierdo siete radios.
Ha nacido de la gran madre, de la gran Mujer Árbol, esa
respetable mujer que ha dado a luz tal cual un árbol vive. Al momento de Amaru
salir, Mujer Árbol desconecta todo el cuerpo en un destello dorado, tan fuerte fue
este destello que de sus ojos, boca y oídos, ha salido la misma luz, bañando
toda la habitación, durante nueve segundos.
Asombradas, la partera Yanael y su aprendiz Killañan,
prenden unas hojas de salvia y copal. Rápidamente Killañán trae una tela y
espera que Yanael de la señal para arropar al nuevo sol.
Mujer Árbol recibe una visión y escucha unas palabras “Navegarás
esta vez con el octavo humano, navegarás y darás tu vida por este nuevo sol. Valor
y lucidez serán tus dones, la sabiduría vendrá por añadidura. Has de saber que
no eres cualquier ser, has de saber que debes de ser digna de proveer los
colores que necesita este sol, no olvides nunca, que tú, Mujer Árbol, estas
floreciendo y te llenaras de flores y frutos desinteresados, hermosos, puros y
nutritivos para tu hijo y quien lo necesite. Recibe la sabiduría del fénix para
morir cuando llegue tu tiempo.”
La noche llega y la luna llena, saluda con sus rayos la
frente de Amaru.
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