sábado, 3 de marzo de 2012

Carroña


No podrá ser la más blanca ni la más pura, tampoco podrá ser siempre la solución a todo, aunque si lo ponemos desde el punto de vista relativista lo es, pero bueno basta de echar probabilidades.
Amanece y dubitativamente su cuerpo lo levanta mientras el sol va llenando el cielo, a las ocho de la mañana ya no duerme mas. Percudido, y con dolor de todo su descuidado cuerpo, solo le llega la imagen de ella en su misma cama haciendo que su corazón se dilate a causa de su inocencia que mientras dormita esta explota y disipa luz tal cual el sol cada día de verano.
Cerca de su ventana cubierta de periódicos tiene un plato blanco que refleja una silla que está cerca de este objeto, pareciera que este plato es un reflector pero al verlo más detenidamente no deja de ser un simple plato.
Cuando era niño le fascinaban las aves, tal era su apego y devoción que su techo es blanco y negro, pues ha pintado un infinito número de gaviotas negras en un cielo blanco en el que el sol es el foco que lo alumbra cuando oscurece.
-vuelen, vuelen hermosas aves carroñeras de paz y cielo- -vuelen y posen en mis manos sus picos sedientos de sangre y vida- les dice a sus aves q las ve volando por la habitación aunque se encuentren fijas al techo.
Desvaría a cada segundo, desvaría y desvaría y enloquece. Para su vista sus aves pasaron de gaviotas a cuervos, y de cuervos a buitres enormes y negros que estáticos esperan junto a el, el momento perfecto para hacer un festín imperdible, vivo y muerto en vida es lo que aman estos buitres que ya se están peleando por sus restos de cordura.