Y la pluma al
escritor solo vuelve cuando su alma atormentada es llamada, clamada, empujada,
extasiada y flagelada ante la melancolía del mismo.
En refulgentes
ondas de calor las brazas queman y despedazan estos dos cuerpos agresivos que
se encuentran el uno dentro del otro tratando de apaciguar el alcohol que corre por sus venas dejándolos
sin sensación, con sed y con ganas de darse placer a costa de su pasado o
presente, simplemente no les importa un ápice esas personas del pasado y futuro
no tan inmediato, solo buscan apagar fuego con mas fuego.
Ella en otro lado,
estando completamente inerte solo desea que el llegue, nunca imaginará sus
acciones o si lo hace, no piensa que el traicionaría, a su modo de ver, su amor
tan puro que no deja pasar la duda, a veces él cree que su trabajo fue tan bien
hecho que no necesita de atención diaria. Si tan solo pudiera ver en este
momento su cuerpo en la hoguera destellando necesidad y refugio en el calor,
dejaría completamente de creer en el dios que se ha creado en un desvarío de su
enferma mente ansiosa por un cambio o alguien indiferente a los demás menos a
ella.
Pero la luna pasa,
a veces negra o a veces blanca, en ocasiones plateada o amarilla, a veces
indiferente y en esta vez atrayente a los impulsos y al fuego.
Pero la luna pasa
a veces negra o veces blanca pero en una misma noche no será para todos igual.