Capítulo I
Acercando suavemente,
miles de ondas se forman como interminables serpientes blancas que muerden su
cola al ritmo que, el remo impulsa a una góndola semivieja seminueva. Impreso,
interminable e inmutable momento que se guarda y se elimina a cada segundo, a
cada paso, respirar y pestañear.
Palpita el canal
esta vez sin un rumbo y sin los remos. El agua traslada por donde ella decida a
la materia que se encuentra en ella, pero verdaderamente al que verdaderamente
traslada es al alma que se encuentra dentro semimuerta y no muy viva.
Serpentean,
ondean, psicosean y vuelan las cosas que se encuentran en otra dimensión para
los ojos del alma mientras que el color del mundo cambio para mostrarse tal
como es, sin grises y sin problemas.