domingo, 13 de mayo de 2012

Bruma IV

Un búho azul llega en este mundo negro. Me mira, analiza y me trata de decir algo en su canto. Se acerca volando  y cuando no está tan distante, una serpiente del cielo viene y lo devora. La serpiente toda satisfecha y feliz se pone frente mío y me observa curiosamente, como si fuera su próxima presa. Abre su boca y no dejo de ver sus colmillos, inmensos, blancos, tampoco puedo dejar de ver esos ojos llenos de vida, de una fuerza que solo su color amarillo, como la luna en ciertos lugares, me transmite. Sin dejar de verme se me acerca a pocos centímetros, parece que me comerá pero no me muevo, no tengo donde ir y tampoco quiero irme. Si quieres ver al búho, tendrás que encontrar la luna, si quieres ser un alimento más para mí sigue como has estado y no dudaré en reciclarte para saciar mi hambre, para encontrar a la gran madre tendrás que ver de nuevo, jaja para empezar. Dicho esto se aleja y desaparece, todo es de nuevo negro, trato de mirar a un lado y a otro, no consigo nada, miro para arriba y de nuevo esos ojos aparecen bruscamente, me asusta un segundo y fue lo que necesitó para que un rayo intenso, blanco, me despertase en frenético aturdimiento por fuerza.